El clustering, o agrupamiento, es un enfoque de aprendizaje no supervisado que se utiliza para dividir un conjunto de datos en varios grupos, o «clústeres», basados en alguna medida de similitud entre los datos. En lugar de hacer predicciones, el objetivo es descubrir estructuras inherentes en los datos. El algoritmo K-means es uno de los métodos más populares para clustering. Este enfoque es particularmente útil para segmentar clientes en marketing, identificar patrones en conjuntos de datos grandes, detectar anomalías, y en general, para entender mejor la distribución y la estructura de los datos. Los clústeres resultantes pueden luego ser analizados para inferir propiedades o comportamientos comunes dentro de cada grupo.
Los algoritmos de «clustering» funcionan agrupando datos similares en grupos o clústeres. Su funcionamiento se basa en la búsqueda de patrones y similitudes en los datos. Inicialmente, se seleccionan centroides iniciales o puntos de referencia para los grupos. Luego, cada punto de datos se asigna al grupo cuyo centroide es el más cercano en función de una métrica de distancia, como la distancia euclidiana. Después de esta asignación inicial, se recalculan los centroides de cada grupo como el promedio de los puntos asignados a ese grupo. Este proceso de asignación y recálculo se repite iterativamente hasta que no haya cambios significativos en la asignación de puntos a grupos o hasta que se alcance un número máximo de iteraciones.
Dicho de otra manera, los algoritmos de «clustering» dividen los datos en grupos de manera que los puntos dentro de un grupo sean más similares entre sí que con los puntos de otros grupos. Esto ayuda a descubrir estructuras ocultas en los datos y a identificar relaciones intrínsecas entre los elementos. Los algoritmos de «clustering» son útiles en diversas aplicaciones, como segmentación de clientes, análisis de redes sociales, procesamiento de imágenes y más.
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